REDACCION DELAZONAORIENTAL.NET
Aunque intuimos que no es lo mejor, es difícil no caer en ciertas conductas compulsivas como, por ejemplo, discutir via WhatsApp. Las relaciones se vieron trastocadas en los últimos años por la invasión de las nuevas tecnologías, primero las cámaras, las salas de chat; ahora, las apps en los celulares que permiten grabar audios, establecer videollamadas y enviar mensajes desde cualquier punto del globo.
Generan tanta dependencia que si se caen, la vida de millones de personas se ve superada por este acontecimiento (como sucedió hace poco con WhatsApp durante algunas “largas” horas).
Expertos en relaciones recomiendan no hablar temas claves o iniciar discusiones por las redes de mensajería instantánea. Aunque parezca que el diálogo es en tiempo real y que el otro actúa como siempre, te contamos en algunos breves puntos por qué no es lo mismo.
1-El celular te pone más anciosa
El celular pone al cerebro en un estado de alerta permanente. Respiramos distinto, no actuamos pausadamente, y eso habla de que estamos en un estado de alerta.
Los estímulos de la pantalla, los sonidos, y la carga eléctrica del celular nos pone más ansiosos, entonces, no podemos evaluar la respuesta más indicada, más acorde al tema que se plantea. Cuando, además, estamos en el medio de una discusión, multipliquemos esta sensación de agitación. Por este medio quizá enuncies frases de las que luego te arrepientas, que frente a frente no hubieras dicho jamás de los jamases.
2. Las conversaciones se guardan
Todo lo dicho, tanto lo feliz como lo doloroso, queda registrado. Lo que habilita que, dentro de un tiempo, vayamos a revisar conversaciones para buscar promesas incumplidas, acuerdos rotos o actitudes que no nos hicieron bien.
3. Mensajes leídos, no leídos, no enviados, etc.
Una tilde, se envió. Doble tilde, le llegó. Doble tilde azul, lo leyó. Todo esto es relativo. No siempre que te “clavó el visto” es porque no te quiere responder. Puede que lo haya visto al pasar, que esté ocupado(a), que no lo haya terminado de leer. Puede que no se haya enviado el mensaje, que tarde en llegar al otro teléfono. Se trata de aparatos, es mejor no discutir por estas cuestiones, y menos cuando desconocemos las verdaderas causas detrás de la red.
4. Que esté en línea no siempre es cierto
El estado “en línea” es otro gran relativo. Puede ser que haya dejado el celular en línea, o que ya no lo esté pero que el teléfono tarde en recibir esta información. Lo mismo sucede con la última hora de conexión, ese gran enemigo de las parejas. “Vi que tu hora de conexión fue…” es el puntapié para la discusión infinita, y es muy fácil caer en episodios compulsivos cuando nos sentimos vulnerables o tenemos sospechas.
5. No dice lo que creés
En el chat no hay gesto, no hay presencia real, no hay tono de voz, ni mirada. No hay piel, ni hay sensaciones que se producen (de simpatía o rechazo) naturalmente frente al otro. Hay una pantalla y letras que aparecen, en algunos casos, emoticones. Un “ok” puede ser un frío desenlace conversacional para algunos, para otros, es un simple cierre de conversación. Cada uno le atribuye valores propios a la palabra escrita, que pueden coincidir o no con lo que hay del otro lado. Las sentencias se malinterpretan, muchas veces -sobre todo los silencios o las demoras en las respuestas- generando todo tipo de desencuentros.
6. No todos utilizan las redes de la misma forma
Hay personas que simplemente odian comunicarse a través de redes sociales o sistemas de mensajería instantánea. Ellos y ellas siguen eligiendo el contacto cara a cara, el abrazo, un saludo espontáneo, las charlas de café. Y dejan el teléfono móvil arrumbado o lo utilizan para momentos especiales: emergencias o avisos urgentes. Ni intentemos whatsappear con ellos.
7. Si no te responde, está ocupado(a)
La mayoría de las personas no responden de inmediato a los mensajes porque están ocupados (incluso, aunque los hayan leído). Caer en especulaciones acerca de lo que hace o no hace el otro es una de las indeseables consecuencias de la era digital. Tal vez no es que no te quiere, ni dejó de tenerte en cuenta, hay otras opciones.
8. Ni secretos, ni noticias, ni peleas
Ni grandes secretos, ni noticias, ni peleas, ni reclamos deberían ser iniciados por WhatsApp, por mucho que nos gane la pulseada la ansiedad o la neurosis. Cualquier cosa importante puede esperar. A veces, si comenzamos el diálogo por estos medios, le quitamos la posibilidad al otro de responder de maneras más espontáneas, sin palabras -abrazos, besos, o un gesto gracioso-, lo obligamos a entrar en ese juego virtual. Si es el otro el que inicia la pelea, a veces todo se calma con un “¿lo hablamos personalmente?”.
FUENTE: ENTREMUJERES.CLARIN.COM