
Por: Giselda Liberato / DELAZONAORIENTAL.NET
Tal parece que la población dominicana tiene cifrada esperanza en el gobierno del presidente Danilo Medina. Esperanza en que el presidente romperá con el estilo que caracterizó a los gobiernos del partido morado encabezados por Leonel Fernández.
En sus primeros 100 días, el presidente ha tomado medidas para romper con algunas mafias que sangran el erario público, defendiendo así fondos que bien pudieran utilizarse en inversión social. El presidente Medina pone en funcionamiento el plan de desarrollo de microempresas y crea el fondo y la plataforma para el remozamiento de las escuelas, armonizando este último con el desarrollo local al utilizar recursos locales para su ejecución.
Podríamos seguir citando otra media docena de iniciativas políticas adoptadas por Danilo que corresponden al programa de gobierno propuesto por él en la pasada contienda electoral, en la línea de hacer lo que nunca se ha hecho y corregir lo que está mal.
Probablemente por esas medidas la población, más que esperanzada, le ha concedido un voto de confianza al presidente y no lo han focalizado como blanco de ataque de los últimos movimientos sociales, independientemente de que este sea, junto a su Congreso, el responsable del paquetazo fiscal. Es el gobierno de Danilo Medina el que planifica y aprueba sangrar aún más a la clase media y pauperizar aún más a los sectores populares. No es Leonel Fernández el responsable.
Sin embargo, la reacción de repudio al paquetazo por parte de la clase media, motivada por el justificado temor a acercarse a la línea de la pobreza, reacción que es a su vez apoyada por los sectores populares, es contra el expresidente por entender que bajo su gobierno se cometieron actos de corrupción con su anuencia o consentimiento que produjeron como consecuencia el déficit fiscal.
Entonces, el problema no es el paquetazo, sino la impunidad, la falta de voluntad del gobierno, en este caso del Presidente Medina, para poner en funcionamiento las instituciones del Estado para juzgar y condenar a los responsables de estos actos cuestionables del gobierno anterior, que han ido colocando al país a la vanguardia internacional en el despilfarro gubernamental y en el desvío de fondos públicos. De ser esto cierto, las demandas populares van en la línea de que los responsables del déficit paguen los platos rotos, pero parece que equívocamente han focalizado su atención en la figura de Leonel Fernández.
Si el clamor es que los culpables del déficit paguen las consecuencias de este, el que está llamado a actuar en consecuencia en un sistema democrático y de derecho es quien dirige el país, el presidente Danilo Medina. La nefasta secuela del mal manejo de los recursos públicos en el gobierno anterior, justifican las demandas que hacen los ciudadanos, pero el camino de su reclamo no debería ser la figura de Fernández.
Aquellos que infringen la ley o aquel que siendo responsable de vigilar su cumplimiento permite que las violen no buscan ser juzgadas, salvo en caso de arrepentimiento y este no es el caso. Ya el mal está hecho, la solución adecuada para la impunidad y el despilfarro no hay que buscarla entonces en Fernández. Esto no quiere decir borrón y cuenta nueva, sino que es necesario dar un mensaje contundente a los funcionarios públicos, castigando a los culpables usando los mecanismos que el sistema nos brinda y con ello fortalecemos las instituciones públicas y el imperio de la ley.
En un Estado democrático y de derecho son las instituciones del Estado las llamadas a romper con el círculo vicioso de la impunidad que tanto molesta a la población. Es justo preguntarse entonces, por qué no ha apoderado Danilo Medina a las dependencias del Estado como la Cámara de Cuentas, o a la justicia en particular, siendo consecuente con las demandas que han movilizado a la población.
El movimiento social debería enfocar la lucha hacia rutas y metas que puedan traer soluciones duraderas, eficientes y pertinentes. Los reclamos a Leonel, y mucho menos las acusaciones e insultos a su persona, no llevan necesariamente a soluciones inmediatas, como las que demandan los problemas focalizados en esta lucha. El movimiento Justicia Fiscal debería buscar soluciones en el presidente Medina y no en Leonel Fernández.
Para desvirtuar las demandas del movimiento social, se ha afirmado que en él está la mano oculta del Partido Revolucionario Dominicana, y que el objetivo es impedir que Fernández llegue al 2016 con perfil presidenciable. Lo cierto es que el mérito de esta iniciativa pertenece a la clase media, que favorecida por su nivel de acceso a las redes sociales, ha podido lograr conglomerar y convocar a los jóvenes mediante mensajes sensibilizadores. Que algunas figuras del partido opositor se adhirieran en el camino eso sí que es posible.
Puede ser que la ruta y demanda de este justo movimiento contra el paquetazo y encabezado por jóvenes, solo convenga a Fernández y a los funcionarios corruptos que lo acompañaron, y constituir en cierta forma una garantía para que vuelva al poder en el próximo periodo. No por la naturaleza de las demandas, sino por la ruta emprendida. En la medida en que se siga dejando a Medina hacer mínimamente lo que nunca se ha hecho y corregir aunque sea mínimamente lo que está mal, puede dar pie a que se pueda percibir al PLD como real garantía de progreso y bienestar y podría decidir las elecciones del 2016, favoreciendo al casi futuro candidato Leonel Fernández.
La idea de poner el frente a Medina no es una arenga para motivar la desestabilización del gobierno, más bien es inducir al mandatario a que realmente haga lo que nunca se ha hecho: someter a los corruptos al régimen de conducta ética. Este mensaje solo puede llegar si emplazamos al presidente, y no a Leonel, a que tome las medidas pertinentes para escarmentar a los verdaderos culpables de los actos de corrupción e impunidad que la población está repudiando.
@Giseldaliberato