REDACCIÓN DELAZONAORIENTAL.NET
Para la mayoría de nosotros, el modo en el que el sexo opuesto experimenta el orgasmo es uno de los grandes misterios de la vida. Por mucho que veamos a nuestra pareja gozar entre las sábanas y evidenciar su placer con muecas y gemidos entrecortados, siempre nos quedará la duda sobre cómo lo estará pasando, si de verdad o no estará sintiendo lo mismo que nosotros.
La idea de que las mujeres sienten el orgasmo de una manera más intensaestá bastante extendida en la sociedad. Ya sea por la pornografía o por el predominio de los estereotipos en lo que se refiere al sexo, el consenso general nos dice que el placer masculino es más repentino y explosivo, mientras que el femenino es menos violento y más prolongado en el tiempo. Y parte de razón lleva, pero no toda.
El éxtasis femenino dura un 20% más de media: 10,9 segundos para ellas y 8,7 para los hombres
Al menos hay una brecha sobre la que no estamos tan desencaminados. Ya hemos abordado la influencia y el papel de los estereotipos, de por qué se ha focalizado el sexo en torno al orgasmo masculino y de por qué eso está cambiando ahora, pero la diferencia fundamental sigue siendo la duración del mismo. ¿Alguna vez has contado cuánto tiempo dura tu orgasmo? Probablemente no. Tienes cosas mejores que hacer y en qué pensar en ese preciso momento.
Las mujeres lo gozan más
Pues bien, estábamos en lo cierto. En verdad el éxtasis femenino dura más tiempo. En concreto, un 20% más: 10,9 segundos para ellas y 8,7 para ellos. Lo demuestra un estudio realizado por el fabricante de juguetes sexuales Lovehoney, y recogido por el diario ‘The Sun’, que además señala que para el 41% de las mujeres el clímax dura 11 segundos o más, en comparación con el 26% de los hombres.
Por supuesto, estos son promedios y por lo tanto habrá personas que experimenten situaciones distintas a las descritas. No obstante, la tendencia es clara. Otro estudio realizado en Australia aumenta esa brecha todavía más, pues señala que el orgasmo masculino dura entre tres y diez segundos, mientras que el femenino llegaría hasta los 20.
En el fondo, no somos tan diferentes
Una serie de estudios confirman que el clímax masculino y el femenino se parecen más de lo que cabría esperarse. Una investigación realizada en Londres en 1969 no encontró diferencias significativas en los aumentos de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la hiperventilación durante la culminación del sexo. Otro estudio más reciente, llevado a cabo por la Universidad de Stanford, descubrió niveles similares de oxitocina (la llamada hormona del amor, responsable del placer) en los dos sexos.
Cuando vemos a alguien que siente placer, nuestro deseo aumenta. Si nuestros orgasmos fueran tan diferentes, esto sería imposible
Asimismo, en una investigación realizada por la Universidad de Reed, en Estados Unidos, más de 70 profesionales -ginecólogos y psicólogos clínicos en su mayoría- fueron incapaces de identificar diferencias entre los tipos de palabras usadas por estudiantes (hombres y mujeres) para describir sus orgasmos (eliminando, por supuesto, las palabras que hacen referencia a sus genitales). “Esto sugiere que la experiencia del orgasmo para ambos sexos es subjetivamente la misma”, concluyeron los científicos.
Al parecer, los datos demuestran que ni los hombres son de Marte ni las mujeres de Venus, que somos del planeta Tierra y nos parecemos más de lo que creemos, hasta en la cama. El psicólogo Alan Fogel lo achaca a una razón meramente fisiológica. “Las vías neuromotoras para las contracciones orgásmicas son similares en machos y hembras de todos los mamíferos. A la naturaleza le gusta ser práctica, así que, ¿por qué utilizar diferentes métodos para una misma función?”, señala en ‘Psychology Today’.
Asimismo, señala que el orgasmo tiene el mismo propósito sin importar el género: la procreación. Él lo explica argumentando que “los momentos emocionales compartidos mejoran nuestro sentido corporal propio y el de nuestra pareja”. Y pone el siguiente ejemplo: “Cuando observamos a alguien llorando, sentimos tristeza por y con ellos. Cuando observamos a alguien que siente un orgasmo, independientemente del género, aumenta nuestro deseo, nuestras ganas y nuestra experiencia. Si los orgasmos fueran radicalmente diferentes entre hombres y mujeres, esto sería imposible”