REDACCIÓN DELAZONAORIENTAL.NET
Aunque en la actualidad se haya acrecentado, la gerascofobia, es decir, el miedo irracional, injustificado y persistente a envejecer no es una fobia moderna. El deseo de ser “eternamente jóvenes” data de miles de años atrás. De hecho, ya en la antigüedad existían numerosas leyendas y escritos sobre la búsqueda de la “fuente de la eterna juventud”, considerada un símbolo de la inmortalidad. Según se suponía, esta legendaria fuente devolvía la juventud a quien quiera que bebiese de sus aguas o se bañase en ellas. Dicen que el explorador español Ponce de León consumió los últimos 8 años de su vida obsesionado con la búsqueda de ese manantial.
Pero, ¿a quién no le preocupa, en alguna medida, envejecer? Muchas mujeres y cada vez más hombres combaten con tenacidad los signos de la edad como arrugas, manchas en la piel, canas, flacidez… Pero no solamente por el deseo de estar en forma, sino también por una necesidad de que no se note que nos hacemos mayores.
Cuando el deseo de no envejecer se vuelve un temor irracional se le da el nombre de gerascofobia (combinando las palabras griegas geron que significa “hombre anciano” con phobos que significa “miedo”).
No se debe confundir la gerascofobia con el “Síndrome de Peter Pan”. Se diferencian en que este último afecta principalmente al desarrollo de la personalidad y, por tanto, la persona afectada actúa de manera irresponsable, negándose a asumir el paso del tiempo y evitando desempeñar un rol de adulto.
Tampoco se debe asimilar la gerascofobia con la gerontofobia, término que se usa, no sólo para denominar el miedo a los ancianos, sino también el desprecio o el rechazo hacia las personas mayores, porque se las identifica con la decadencia y la enfermedad. Si bien es cierto que las personas que padecen gerascofobia suelen sufrir otras fobias y manías asociadas a su patología, entre las que, a menudo, está la gerontofobia.
Aunque padecer gerascofobia es independiente del sexo, sí que suele vivirse de manera un tanto diferente en hombres y mujeres:
- Hombres: Ellos sufren la denominada “andropausia”, que se caracteriza por una disminución natural de los niveles de testosterona debido al aumento de la edad. Se produce aproximadamente en el ecuador vital y a menudo este miedo a envejecer suele estar relacionado con las expectativas laborales, es decir, ellos no ven cumplidos sus sueños o se sienten amenazados por compañeros más jóvenes y/o atractivos. Esta combinación de inseguridades suele desencadenar en cambios tales como modernizar la ropa, inscribirse en un gimnasio, intentar conquistar a mujeres más jóvenes o realizar algún deporte de riesgo.
- Mujeres: Ellas tienden a perder mucha confianza con la menopausia y suelen compararse con otras féminas más jóvenes y/o exuberantes. A menudo, esta crisis coincide con el abandono del hogar por parte de los hijos así que la mujer debe acostumbrarse a cambios en su rutina diaria. Este sentimiento de pérdida o de “nido vacío” puede traer como consecuencia un fuerte deseo de recuperar la belleza y el aspecto físico de antaño.
Los síntomas más comunes de la gerascofobia son: ansiedad, miedo y continuos pensamientos negativos que llevan al individuo a temer el futuro.
Además, es muy común que todo lo anterior esté mezclado con el miedo a estar solo durante los últimos años de nuestra vida.
En los casos más extremos de la fobia a envejecer, los pensamientos irracionales pueden verse acompañados de sudoración, temblores, taquicardias, dificultad para respirar, opresión en el pecho, sequedad de boca, dolor de cabeza…
Origen y causas de la gerascofobia
# 1.- Influencia de los medios y las industrias de la cosmética y la estética
Vivimos en una sociedad que impone unos estereotipos ligados a la imagen de juventud y donde los cánones de belleza están sobrevalorados.
Los medios de comunicación nos avasallan con caras y milagrosas cremas anti-arrugas, tintes para el pelo, cirugías estéticas, etc. Además, todo siempre bien condimentado con ropas y actitudes juveniles de lo más desenfadadas. Es la exaltación de la juventud. La vejez se esconde.
No debemos olvidar, sin embargo, que detrás de todo esto, hay un importante interés comercial. La industria de productos dirigidos a retrasar los signos del envejecimiento es tremendamente lucrativa, de ahí que se nos inculque constantemente la idea de que necesitamos lucir más jóvenes.
Además, no hay más que fijarse en las cifras para darse cuenta que cada año aumentan el número de operaciones estéticas, sobre todo, de mujeres con edades comprendidas entre 40 y 54 años. Asimismo, los ‘retoques’ estéticos son cada vez más habituales entre los hombres.
# 2.- Personalidad narcisista o histérica
La gerascofobia está muy relacionada con determinados rasgos de la personalidad. Las personas narcisistas o con trastorno histérico de la personalidad son más proclives a padecer esta fobia porque, por su tendencia a la exageración o a la sobrevaloración de sus cualidades, les cuesta más sobrellevar la pérdida de la belleza física y la juventud.
# 3.- Miedo a los cambios físicos
Está claro que con la edad se producen una serie de cambios físicos como la aparición de las primeras arrugas o canas. Es precisamente en ese momento cuando puede comenzar a desarrollarse la preocupación excesiva. Otras veces simplemente surge cuando nos cruzamos con un adolescente que se dirige a nosotros como “señor” o “señora”, o al mirar fotos antiguas y apenas reconocernos en ellas.
# 4.- Miedo a la enfermedad
Las limitaciones propias de la edad pueden causarnos malestar, pero no son enfermedades en sí mismas. Tener que caminar lento, usar un audífono o tener la tensión alta no significa estar enfermo.
Y es cierto que con la edad perdemos una serie de facultades físicas y nuestro estado de salud se vuelve más frágil y vulnerable.
# 5.- Miedo a la muerte
A partir de los 60 años, es frecuente que surja una angustia generada por la proximidad de la muerte. Nuestro entorno conocido ha madurado y ya hemos vivido algún período de duelo debido a pérdida de amigos cercanos o familiares. Esos trances tan dolores nos llenan de inquietud.
Pero sobre todo, en el fondo, lo que nos da más miedo es que hayan pasado los mejores años de nuestra vida sin haber cumplido nuestros sueños.
# 6.- No haber cumplido las propias expectativas vitales
Es habitual que, entre afectados de gerascofobia, se encuentre a personas que no han cumplido las metas que se habían marcado en su vida. En muchas ocasiones, porque estos objetivos eran demasiado difíciles y la autoexigencia demasiado elevada.
# 7.- Falsos mitos
Envejecer forma parte del proceso natural de la vida y, con frecuencia, ciertos mitos y prejuicios hacen que veamos la vejez como una etapa muy negativa de la vida.
Nos encontramos con deseos contrapuestos: por un lado, no queremos morir jóvenes; y por otro, nos da miedo volvernos viejos.
# 8.- Miedo a la soledad
Envejecer nos atemoriza porque asociamos el envejecimiento con estar solos, es decir, en nuestra mente aparecen imágenes desoladoras donde nos vemos solos y abandonados.
# 9.- Miedo a no sentirse útil
A una gran mayoría nos gustaría seguir siendo productivos y útiles en nuestra madurez, así como mantener una vida activa, sociable y satisfactoria.
Es por eso que los ancianos que dedican su tiempo al cuidado de sus nietos o de sus parejas mantienen un nivel de energía muy alto, que les ayuda a sentirse plenos y satisfechos.
También son ellos los que más colaboran con las ONG aportando su tiempo libre y, sobre todo, su paciencia y su experiencia para llevar a cabo iniciativas solidarias.
# 10.- Negación de la propia edad
Muchas personas, y en mayor medida las mujeres, detestan que se sepa su edad. Cuando esta ocultación se convierte en enfermiza, algunos de los síntomas de gerascofobia son la obsesión por las operaciones estéticas, el uso de ropa juvenil muy discordante hasta caer en lo ridículo, los comportamientos infantiles inapropiados y el uso excesivo de cremas bronceadoras, tintes para el cabello, extensiones o prótesis capilares.
# 11.- La presión social
La presión social a veces es muy intensa en ciertos círculos, donde se juzga a las personas en mucha mayor medida por su aspecto físico que por su capacidad.
Esta obsesión por estar joven y perfecto nos puede llevar a tratar de detener el proceso vital gastándonos enormes cantidades de dinero en tratamientos de todo tipo, no siempre avalados por estudios científicos e incluso que pueden causar serios riesgos para nuestra salud.
# 12.- Exigencias laborales
En el mundo laboral se impone cada vez más la apariencia, no sólo hay que “ser”, sino además “parecer”. De hecho, entre las principales motivaciones de quienes se someten a pasar por quirófano, encontramos las siguientes: una mayor consideración en las entrevistas de trabajo, lograr ascensos o competir con compañeros más jóvenes.
Qué hacer frente al miedo a envejecer
Si llega un momento en que sentimos que el miedo a envejecer influye de manera decisiva en nuestra vida cotidiana, debemos:
- Buscar ayuda de un profesional que nos ayude a valorar lo realmente importante. La terapia cognitivo-conductual, las técnicas de PNL, la desensibilización afectiva o el coaching ontológico pueden ser muy efectivos para superar este miedo a envejecer.
- Muchas veces la gerascofobia está acompañada por problemas autoestima o grandes dosis de inseguridad. Es necesario comprender que nuestros ‘demonios internos’ no se irán por el mero hecho de hacerse una cirugía estética y que, además, podemos ser guapos a cualquier edad.
- Evitar tomar cualquier decisión trascendental durante una crisis por gerascofobia, ya que generalmente suele conducir al arrepentimiento. Por eso, es conveniente no hacer cosas que normalmente no haríamos y menos sin pensar en las consecuencias.
- Entender que se trata de una crisis temporal y hay que mantener calma y ser pacientes hasta que pase.
- Mantener a nuestros seres queridos cerca y comunicarles a ellos nuestros motivos de preocupación, como el del temor a envejecer.
- Dar el justo valor e importancia a las cosas que nos rodean y tener solo en cuenta aquellas que realmente merecen la pena, ya que este tipo de crisis pueden confundirnos mucho y no siempre la gente que está a nuestro lado es desinteresada.
- No perder la actitud positiva a la hora de aceptar el paso del tiempo. Mantener nuestras ganas de vivir y disfrutar de cada segundo como si fuera el último. Recuerda que envejecer no depende exclusivamente de la edad: hay personas jóvenes que por su actitud se comportan como ancianos y personas que, estando en la llamada “tercera edad”, gozan de un estilo de vida estimulante, enriquecedor y lleno de desafíos.
- Tratar de mantenernos sanos, ya que la buena salud conserva la juventud. Es por tanto conveniente establecer una rutina vital que se aplique de manera constante: una nutrición adecuada, una actividad física moderada y un mínimo de horas de sueño.
- Lograr un equilibrio entre la salud mental, física y emocional. Es importante controlar el estrés, que sólo afectará negativamente a nuestro cuerpo.
- Tener nuestra mente ocupada para compensar así la pérdida natural de neuronas. De ahí que una adecuada estimulación mental sea fundamental.
- No sobrevalorar nuestra imagen o apariencia, sólo así podremos afrontar el paso del tiempo de manera positiva y evitar ser propensos a desarrollar una gerascofobia.
- Entender que podemos aportar experiencia a las próximas generaciones y ser miembros valiosos de la sociedad. Cada etapa de la vida ofrece posibilidades distintas que podremos aprovechar. Además, los avances en medicina y en tecnología han aumentado, no sólo la esperanza de vida, sino también la calidad con la que llegamos a edades avanzadas.
Para concluir este artículo sobre la gerascofobia, desgraciadamente cada vez más extendida en la sociedad actual, puede ser muy oportuna una frase de George Christoph Lichtenberg que dice que “nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos”.
DOLORES VELÁZQUEZ
Psicoterapeuta