REDACCION DELAZONAORIENTAL.NET
Dormir no solo es un placer, sino una necesidad del organismo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere que la falta de un buen descanso y en cantidad adecuada repercute directamente sobre el bienestar de una persona. La OMS recomienda dormir al menos de 6 a 7 horas por día, en las mismas horas.
Cuando nuestro sueño es deficiente los ojos y todo el sentido de la vista se ven comprometidos, con una hipersensibilidad a la luz y a otros factores. La reacción refleja se enlentece, la capacidad de concentración disminuye notablemente, el cuerpo se siente cansado y agotado, aparecen problemas gástricos.
A raíz del descanso insuficiente el apetito aumenta durante el día (aumentando la probabilidad de consumir alimentos muy azucarados, almidones y en gran cantidad nocivos para diabéticos e hipertensos sobre todo) ya que no existe energía suficiente. Estas consecuencias alteran el funcionamiento general de nuestro organismo, además de aumentar el riesgo de accidentes en la vida cotidiana y ocasionar un desequilibrio en el rendimiento.
Los trastornos del sueño son varios y diversos, y se podrían clasificar en primarios y secundarios. Los trastornos primarios son en primer lugar el insomnio, sin duda el más frecuente. La OMS considera como insomnio la dificultad para conciliar o mantener el sueño; o una sensación de sueño poco reparador que genere un notable malestar o interferencia con las actividades sociales y laborales. En segundo lugar la hipersomnia o el sueño excesivo. También es conocida como la somnolencia, el adormecimiento prolongado diurno, afección que hace que la persona sienta mucho sueño durante el día y duerma más durante la noche, y los trastornos del ciclo sueño-vigilia, provocados por los cambios de turno en el trabajo o los viajes, y otros como el sonambulismo, las pesadillas, etc.
Los trastornos secundarios están relacionados con enfermedades, como el síndrome de apnea obstructiva del sueño y el síndrome de las piernas inquietas. La alimentación y la cantidad de actividad física que se realice en el día son factores que determinan tanto el estado de vigilia como el sueño.
Expertos aseguran que la clave se encuentra en favorecer el estado de vigilia. Las frutas con vitamina C, como los cítricos, favorecen el estado de vigilia durante el día, y es recomendable consumirlos por la mañana para así mantener un estado constante durante todo el día. La misma función desempeñan los hidratos de carbono de absorción lenta, sobre todo los cereales, que además ayudan a mantener los niveles de glucosa en sangre.
Y dormir durante la noche, la composición de ciertos alimentos afecta al sistema nervioso y favorece o altera el estado de sueño. Calcio y magnesio son minerales que desempeñan un papel importante en las conexiones nerviosas y, por tanto, un mayor aporte en la dieta favorece el sueño y el descanso durante la noche. Los lácteos son recomendables por la tarde, ya que promueve la formación de serotonina. Esto se traduce en una sensación de bienestar y favorece que el triptófano pase antes a la sangre. Por el contrario, deberán evitarse alimentos excitantes si desea mantener el sueño durante la noche. Es recomendable evitar el té, el café o el alcohol, así como el chocolate o las bebidas energizantes.
(Fuente: MSPBS/DICYT)