REDACCION DELAZONAORIENTAL.NET
Desde que nace un bebé, el sueño es uno de los aspectos que más preocupan a los novatos papás; además se trata de un controvertido asunto sobre el que existen opiniones de toda índole, pero realmente no encontramos una fórmula matemática, que indique cómo hacer que un niño duerma y que pautas deben seguirse. Los afanados padres escuchan consejos de expertos, leen libros, buscan información en la red, etc., y unas de las corrientes sobre la que se encuentra más información, es la de la crianza natural o crianza con apego, que hunde sus raíces en la interpretación que el pediatra norteamericano, William Sears hace de la Teoría del Apego (Bowlby ,1958).
La crianza con apego, defiende que la proximidad al dormir entre los progenitores (sobre todo la madre) y el niño, beneficia a un organismo biológicamente inmaduro, porque complementa sus funciones cerebrales incompletas, además, presuntamente, favorece el buen desarrollo emocional del niño en el futuro. Concretamente los beneficios que reporta este tipo de práctica, según recogen los múltiples estudios sobre el tema, serían (entre otros):
• Favorece la alimentación nocturna de los lactantes.
• Protege del temido Síndrome de Muerte Súbita.
• Se ofrece mayor protección al niño al dormir, porque gracias a la estrecha cercanía, la madre es capaz de detectar las necesidades del niño.
• Los niños, al estar plenamente atendidos por los padres en todo momento, son seguros e independientes.
• Se regula la temperatura corporal del niño.
• Aumentan las fases de sueño profundo de los padres y el niño, aunque haya más despertares, los expertos explican que se concilia antes el sueño.
Existen básicamente dos formas de cercanía durante el descanso, la cohabitación (significaría compartir habitación) y el colecho, donde además el niño duerme en la misma cama de los padres ¿Piensas que tu cama es muy pequeña? No te preocupes, si te decantas por esta opción, en Grupo Lo Monaco disponemos de medidas especiales, desde el 160 de ancho y hasta llegar a 200×200 cms. Finalmente, sería el propio niño quien decide cuando “abandonar” el hábito y pasar a ocupar un espacio propio.
Entonces, si el colecho es el remedio perfecto para que nuestros hijos tengan un buen descanso durante muchos años ¿por qué no practicarlo siempre? Los feroces detractores de esta teoría, que no son pocos, sostienen que el descanso de toda la familia se ve negativamente afectado, pues muchos adultos que practican el colecho expresan que su sueño ha cambiado y las relaciones de pareja de se ven afectadas, incrementando el estrés familiar; además sostienen que a la larga, los niños se vuelven excesivamente dependientes.
Lo que si recomienda la Asociación Americana de Pediatría es que la cama para el colecho, debe cumplir una serie de requisitos (no debe ser una superficie blanda, ropa de cama tiene que evitar excesivo calor o atrapamiento del bebé, cuidar que no haya cojines y almohadones…) y que está desaconsejada la práctica si alguno de los fuma, abusa de sustancias o si padece obesidad mórbida.