Por Manuel Pereyra J.
No soy geólogo de profesión, pero como luchador e investigador ambiental en Rep. Dom. Me ha correspondido jugar un papel de vanguardia de orientación y educación de la problemática ambiental, algunos temas de los cuales casi me han costado la vida y un precio muy alto a mi familia. Lo hado hoy día, atreves de importantes y diferentes medios de comunicación, con el ánimo de contribuir siempre al debate y desarrollo del fortalecimiento del débil estado de derechos, de este abusado y masacrado pueblo insular que compartimos con nuestros hermanos haitianos.
De tal manera que dejo a ustedes con el ánimo de llamar su reflexión algunos apuntes sobre el nuevo hidrocarburo del gas de esquisto, ell cual es nuevo y poco conocido. Por mucho tiempo esta fuente de energía fue rechazada y cuestionada especialmente por la sociedad americana, pero apenas hace unos años crearon una nueva tecnología que permite su extracción. La tecnología surgió a raíz de la perspectiva del agotamiento de los yacimientos del gas tradicional. Entonces las poderosas industrias gasísticas, decidieron invertir en el gas de esquisto, cuyos yacimientos se encuentran en las capas de una roca negra difíciles de acceder (roca de esquisto).
La extracción de este gas es mejor desarrollada en los EEUU. Dando paso a fuertes movimientos de protesta contra los daños sobre el medio ambiente y la salud humana que causa el terrible y nocivo gas. Se pudo demostrar en una investigación en Pensilvania que el agua del grifos, se puede encender a causa del gas que ha penetrado en las aguas de la región.
La nueva fiebre se asienta en el apetito importador de Asia y en la idea de que el gas es el combustible entre una economía sucia, basada en el carbón, a una baja en dióxido de carbono CO2, el principal gas de efecto invernadero.
Pero el obtenido por fractura hidráulica tiene una huella de carbono (la proporción de CO2 que libera) mayor, por la energía que insume la técnica y por la filtración atmosférica del metano, que tiene un efecto invernadero 25 veces más potente que el del dióxido de carbono.
Otra de las consecuencias no deseadas de la extracción de este gas no convencional es la generación de seísmos (terremotos). En mayo de 2011, en la ciudad de Blackpool en el noroeste de Inglaterra, se produjeron dos terremotos. Cuadrilla Resources, la empresa encargada de los trabajos se vio obligada a parar la explotación hasta que se demostrara que los temblores habían tenido que ver con su actividad. Los resultados de una investigación que llevo a cabo el Servicio Geológico Británico admitió que el epicentro de ambos terremotos se encuentra en las cercanías del lugar de perforación de la empresa. Esto es muy delicado y de seguridad planetaria, ponen en peligro la correcta cementación del pozo conduciendo a graves contaminaciones y fallas geológicas continentales. Esto amerita de inmediato una intervención oficial de la ONU.
El incremento de la comercialización y mercadeo de este gas, coincide con los últimos fracasos de la cumbre del clima, cuyo boicot han sido financiados justamente por estos poderosos sectores petroleros y gas convencional. Así que lamentamos profundamente los resultados de la cumbre sobre cambio climático en Durban, que somete los principios de justicia y los derechos humanos a los intereses económicos y comerciales dominantes, al frente de los cuales van los Estados Unidos.
Las decisiones resultantes de la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP17) constituyen un crimen contra la humanidad porque permitirán que la temperatura media global supere los 4ºC, lo que es una sentencia de muerte para la humanidad.
En los últimos 12 meses tal situación se agravó considerablemente a partir de nuevos avances tecnológicos que, lejos de aliviar la tragedia proveniente del derroche de los combustibles fósiles, la agrava considerablemente. Para extraerlo se apela a un método bautizado ‘fracking’ (fractura hidráulica), con la inyección de grandes cantidades de agua más arenas y aditivos químicos. La huella de carbono (proporción de dióxido de carbono que libera a la atmósfera) es mucho mayor que la generada con la producción de gas convencional.
Como se trata de bombardear capas de la corteza terrestre con agua y otras sustancias, se incrementa el riesgo de dañar subsuelo, suelos, napas hídricas subterráneas y superficiales, el paisaje y las vías de comunicación si las instalaciones para extraer y transportar la nueva riqueza presentan defectos o errores de manejo. Baste señalar que entre las numerosas sustancias químicas que se inyectan con el agua para extraer este gas se encuentran el benceno y el tolueno, que son sustancias terriblemente mortíferas.
El gas recuperable en rocas de esquisto es mucho más abundante en nuestro planeta que las reservas de gas convencional, según la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés)
La producción de esquisto saltó de 11.037 millones de metros cúbicos en 2000 a 135.840 millones en 2010. En caso de seguir a este ritmo la expansión, en 2035 llegará a cubrir 45 por ciento de la demanda de gas general, según la EIA. Investigaciones científicas recientes han alertado del perfil ambiental negativo de este gas. El metano es uno de los gases de efecto invernadero más contaminantes, responsables del aumento de la temperatura del planeta.”