Por: Jacqueline Otey A / DELAZONAORIENTAL.NET
El anonimato, comodidad y seguridad que otorga internet a sus visitantes se ha convertido en el mejor aliado en materia sexual. No hay compromisos de por medio, ni rostros ni riesgos al otro lado del computador. Cuando una relación no funciona, sólo con un click del mouse se borra al amante “imperfecto”. En la red todas las fantasías están permitidas.
El sexo sin fluidos esta de moda. Hoy con un computador y un teclado medianamente “digno”, todo es posible. Con la capacidad mínima para abrir una sesión de chat, las fantasías de la vida terrenal pueden convertirse en una intensa y desinhibida historia virtual. Sólo se necesitan imaginación y un interlocutor que quiera involucrarse íntimamente con el otro. Es más, espacios como los chat eróticos facilitan el preámbulo. Quien entra allí sabe a qué atenerse. Ni siquiera se revelan nombres. El nick o “apodo” es el mejor cómplice para quien se aventura en el sexo artificial.
Para algunos, aunque las relaciones sexuales realizadas a través de internet no poseen ni la seducción táctil ni el coito, la experiencia puede resultar igual o más excitante que el sexo corporal. La permisividad, comodidad y seguridad “ante todo” lo pueden hacer altamente viable e incluso adictivo. Los sentidos de la vista y el oído resultan favorecidos con este tipo de sexo, ya que desnudos, posturas, fotografías en tres dimensiones o susurros no dejan de impresionar a los navegantes. La red facilita la desinhibición.
Entre los consumidores del sexo virtual existe una amplia diversidad: desde hombres y mujeres que visitan desde su casa, cibercafés o desde su propio trabajo webs en busca de sexo hasta internautas especializados en la búsqueda de pornografía y aficionados a los chat de contacto. Es más, para quienes tienen fantasías ocultas o reprimidas la red puede convertirse en una especie de laboratorio privado, sin el temor de ser sorprendidos. Así es como la esencia del sexo grupal, homosexualidad o transexualismo puede llegar a conocerse fácilmente utilizando este medio. A diferencia de la vida real, en el ciberespacio se puede cambiar velozmente de pareja si el ciberamante al otro lado de la pantalla no reúne las expectativas. El mouse puede convertirse en un instrumento implacable: si el amante no funciona, simplemente se elimina de la vida virtual.
En los 70 mil sitios web relacionados con el sexo que los cibervisitantes frecuentan cada día, el lenguaje liberal, por decirlo de alguna manera, se ha transformado en el idioma de la red. Allí se pueden realizar confesiones o susurrar deseos que jamás se atreverían a decir frente a gente de carne y hueso. Internet permite explorar la sexualidad de manera novedosa.
De hecho, investigaciones revelan que el género influye significativamente en la forma en que hombres y mujeres ven el cibersexo. Al parecer, las mujeres lo prefieren debido a que permite esconder la apariencia física, pero, sobre todo, porque logra remover el estigma social y las hace tomar la iniciativa y disfrutar del sexo. A través de la pantalla es más fácil pedir y exigir satisfacción. Las mujeres de la red son irreverentes y atrevidas.
Los hombres prefieren el sexo virtual porque además de ocultar una apariencia desmejorada con el tiempo (calvicie o sobrepeso), disminuye la ansiedad del desempeño sexual óptimo. En internet la eyaculación precoz o la impotencia no existen. En este caso, los hombres pueden fingir resultados.