REDACCIÓN DELAZONAORIENTAL.NET
Santo Domingo Este.- Sábado 26 de Agosto 2017 inicio de ordenación a las 9:30 am en Centro de Convenciones San Sousi.
Queridos hermanos y hermanas presentes y todos los que nos siguen a través de los diferentes medios.
Para nosotros los tres nuevos obispos auxiliares hoy ordenados, es motivo de agradecimiento a Dios que nos ha llamado a esta misión, al Santo Padre Papa Francisco por habernos elegido para servir en esta Iglesia local de la Arquidiócesis de Santo Domingo primogénita del nuevo mundo en la fe, con su Arzobispo Metropolitano y Primado de América, Su Excelencia Mons. Francisco Ozoria Acosta, que nos ha dado votos de confianza y tareas pastorales junto a él.
Apreciamos y valoramos con plena humildad, la acogida que estamos recibiendo de los hermanos obispos, de nuestros sacerdotes, diáconos, del pueblo en todos sus laicos, de nuestros seminaristas, de las comunidades religiosas masculinas y femeninas, de nuestras autoridades civiles, militares y legislativas y muy particularmente de nuestras familias. Cuanto agradecemos la presencia aquí hoy de Obispos, sacerdotes y laicos del todo el país de Alemania, Puerto Rico, Haití, New York, Boston, Argentina y México
Su presencia aquí habla el lenguaje del Espíritu de Dios que se manifiesta en fraternidad, solidaridad, cercanía, identidad y alegría con la misión evangelizadora que compartimos. Habla el lenguaje testimonial del Amor que del Maestro Jesús recibimos para compartirlo, repartirlo y celebrarlo.
Hoy es un día de fiesta para nuestra Iglesia local, dominicana y universal.
Nosotros queremos seguir construyendo y conquistando el Reino de Dios en estas tierras benditas de primicias evangelizadoras desde donde se ha expandido para un Nuevo Mundo el Evangelio de Jesucristo en nombre de una comunidad universal que es la Iglesia.
No somos llamados y enviados en solitario. La tarea que nos toca es con la Iglesia y para la Iglesia. Confiamos plenamente en Dios y en ustedes que son nuestros hermanos. Recordemos unidos esta maravillosa expresión de San Agustín: “Si necesitas una mano recuerda que tengo dos”.
Venimos a servir, como obreros, no como dueños. Como corderos en medio de un mundo difícil: arriesgados sí, imprudentes no. Entregados sí, ingenuos no.
Venimos con el espíritu que nos ha dado el Maestro: en pobreza y en libertad. Sin detenernos, ni estacionarnos, ni parquearnos, ni apegarnos a nada ni a nadie.
Queremos ser facilitadores de la paz, la justicia, la solidaridad, la equidad, la inclusión, el desarrollo humano integral; signos y testigos de un pastor que al compartir su vida con cada persona mantengamos siempre abiertos nuestros corazones para ser acogedores, receptivos, sencillos, amorosos y pastores con “olor a ovejas”.
Queremos llevar adelante nuestro ministerio episcopal con valentía, dignidad y respeto, no a nosotros mismos, sino al evangelio de Jesucristo, a la Buena Nueva: con humildad, sencillez y nobleza… Sin miedos ni cobardías ante las verdades esenciales de la fe y de la humanidad. Como los profetas y los mártires, de rodillas sólo ante Dios. Conscientes de que si queremos estar de pie ante los hombres, es preciso estar de rodillas ante Dios.
Participamos de una Iglesia bella. De una Iglesia que es útil. Y nuestra Iglesia es “útil porque es bella”, para que se establezca el soñado y esperado Reino de Dios.
Como llamados y enviados a tan maravillosa y hermosa misión de servir, (como lo expresa el escudo de Mons. Faustino: DILECTIO IN SERVITIO), de evangelizar (como lo expresa el el escudo de Jesús Castro: VAE MIHI SI NON EVANGELIZAVERO) y de Amar sin límites (como expresa mi propio escudo: EL AMOR NUNCA PASA). Les decimos que no queremos otra cosa más que imitar al Maestro, o como podría decir la Magdalena o Madre Teresa de Calcuta o bien San Vicente de Paul: “no soy sino perfume dispuesto a derramarse a los pies de Jesús y de los pobres”; que son los destinatarios privilegiados del Evangelio. Aquí con nuestro Papa Francisco: “Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos
Este tiempo desafiante es muy bueno y apropiado para soñar. No hay que tener “miedo” para soñar en nuestra Iglesia, siempre que seamos capaces de “tener las manos en el pulso del tiempo y los oídos en el corazón de Dios”. Hay sueños que unen e integran a soñadores. Hoy tenemos un gran soñador, nuestro Papa Francisco. Compartimos con él nuestro Ministerio Episcopal en el espíritu de una Iglesia en salida, que se encarna en las periferias, a la escucha de las inquietudes de la gente y siempre con alegría, al servicio de la niñez, la juventud, la familia, la educación y la sociedad en todos sus componentes humanos y espirituales.
Recordemos que la Iglesia nace del Corazón de Cristo y en el Corazón de Cristo encontramos el Amor sin límites y el perdón misericordioso, hasta tocar la carne sufriente de Cristo en el pueblo.
Tengamos el coraje de dar el paso y entrar en la Iglesia, subir con Jesús a orar y soñar una Iglesia con visión de presente, de largo plazo y perseverar, poniéndonos siempre sólo y en todo en las manos de Dios y la muy amada Madre de Jesús, la Santísima Virgen María .
El evangelio de Juan 15, sea siempre un referente iluminador de nuestro ministerio episcopal, como sucesores de los apóstoles:
• Permanecer unidos Él.
• Producir frutos con fecundidad apostólica unidos a Él.
• Sin Él no podemos hacer nada.
• Pediremos a Él lo que vamos a necesitar y lo tendremos.
• Formaremos parte de Él. La alegría de evangelizar, servir y amar.
• Tenemos la seguridad de que Jesús y todos nosotros somos amigos.
• Nos amaremos unos a otros como nos ha indicado Jesús.
La fuerza del evangelio y nuestro empeño de fidelidad con alegría, nos permitirá contribuir con el crecimiento de una Iglesia renovada, más audaz, más profética, más bañada de evangelio y creadora de nuevas esperanzas.
Encomendamos a Dios con amor agradecido a todos los que hasta hoy han dado lo mejor de sí a lo largo de la historia de nuestra Iglesia en nuestro país y nos disponemos a continuar como hormiguitas silenciosas junto a nuestro pueblo, que con perseverancia preparan la fecundidad de una nueva primavera.
Con Juan Pablo I, le decimos al Señor aquí ante todos ustedes y confiándonos en sus oraciones: “Tómame como soy Señor, con mis debilidades y defectos y hazme ser como tú quieres que sea”.
El corazón tierno de nuestra Madre María de las Mercedes y de la Altagracia, nos acompañe, nos proteja y nos haga obedientes siempre a la voluntad de Dios.
Gracias por su amor y por su oración para con nosotros.
Les amamos de corazón.
– Mons. Jesús Castro Marte
– Mons. Faustino Burgos Brisman
– Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández
Obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Santo Domingo
Ordenados Obispos el 26 de Agosto del 2017