REDACCIÓN DELAZONAORIENTAL.NET
Antes de empezar, es importante aclarar, tal como aconseja la terapeuta sexual, Valérie Tasso, que es difícil generalizar sobre los comportamientos sexuales pues no existen individuos femeninos sometidos a un “imperativo” de edad, sino procesos biológicos y culturales sometidos a una condición ontológica que procura una gran diversidad. Sin embargo, al igual que las sexólogas Silvia Sanz y Raquel Graña, que también han participado en este artículo, aceptó transmitir algunas de sus impresiones (sin vocación de estudio sociológico o antropológico), derivadas de su experiencia y de las visitas que reciben en sus consultas. Dicho esto, ¡comenzamos!
Aunque la condición de ser sexuado arranca mucho antes de los 20 años, iniciamos en esa edad el repaso de “lo que más les importa a ellas en el sexo”….
De los 20 a los 30 años
La mayor preocupación de las mujeres en esta edad, sobre todo en el arranque de esta década suele tener que ver, según explica Valèrie Tasso, con la consecución del orgasmo y los procesos deseantes pues, en su opinión, es difícil que a los 20 años una mujer tenga un completo dominio sobre su maquinaria de goce y sobre la complejidad siniestra de sus mecanismos de deseo. “Afectivamente suele estar condicionada por una idea romántica del sexo. Es más insistente la necesidad de buscar una persona para ‘toda la vida’ y tiene a permitirse la interacción sexual solo con personas que cree que pueden cumplir ese propósito. Así, suele interactuar sexualmente cuando se enamora”, explica.
Comparte esta opinión la psicóloga y sexóloga Silvia Sanz, quien apunta además que las mujeres, que aún no conocen su cuerpo completamente, están más pendientes de dar placer que de obtenerlo.
La sexóloga Raquel Graña apunta además que en esta etapa se valora más la cantidad de las relaciones sexuales que la calidad y que ellas se preocupan más que ellos por el embarazo y por ser juzgadas si son muy abiertas o no ante el sexo.
De los 30 a los 40 años
A partir de los 30, la mujer empieza a adquirir cierta madurez sexual que, según asegura Valérie Tasso, le permite tener una mayor disposición de su propio goce y de su deseo. En en este momento, según revela, cuando empiezan a aparecer en la consulta las inquietudes por las dificultades de pareja y los problemas derivados de la presión social por el imperativo del goce. “¿Cómo puedo mejorar los orgasmos?”, “¿Soy o no soy multiorgásmica?”, “Si no consigo un orgasmo con el coito… ¿es porque me pasa algo?”, “Por qué no me encuentro el punto G?” son las preguntas que surgen en esta etapa.
Otro punto relevante que se da en esta franja de edad en algunas personas ya establecidas en pareja es la “gestión de la promiscuidad”. Así, según comenta Tasso, el deseo hacia el tercero y otros cuerpos emerge con fuerza y pide ser satisfecho pero sin renunciar por ello a su pareja consolidada.
La calidad cobra más importancia que la cantidad en esta etapa, según opina Raquel Graña, quien apunta además que valoran el disfrute global del enceutnro sexual y además les suele preocupar encontrar una estabilidad.
El mayor conocimiento de su cuerpo y la mayor facilidad para vivir con plenitud el sexo es lo que destaca la sexóloga Silvia Sanz sobre esta etapa. “Se aceptan mejor físicamente, no tienen tanto pudor ni vergüenza, además cuetnan con más experiencia y habilidades, saben loq ue quieren y lo que les gusta, suelen expresar sus deseos y eso les dota de mayor seguridad y confianza”, añade.
De los 40 a los 50 años
En esta década suele darse en las mujeres una situación de plenitud sexual pues, tal como cuenta Valérie Tasso, sabe lo que quiere y cómo obtenerlo. Sin embargo, a mitad de esta etapa y en algunos casos más bien al final de ella, surge un elemento biológico, la peri-menopausia y después la menopausia, que enturbia esa plenitud. Así, según apunta la sexóloga, aparecen inquietudes de carácter biológico derivado de la “batalla hormonal” (sequedad vaginal, caída del deseo, desencuentro con el propio cuerpo…) que afectan en mayor o menor medida a la percepción sexual que tienen de ellas mismas.
También en esta etapa las parejas de larga duración suelen manfiestar momentos de inquietud por las “asimetrías” de deseo, algo que preocupa más a las mujeres que a los hombres.
La sexóloga Silvia Sanz también apunta como una preocupación frecuente a esta edad la falta de deseo que, en ocasiones, viene provocada por la falta de tiempo y la acumulación de obligaciones (trabajo, casa, hijos, deudas… etc.). Una opinión que también comparte Raquel Graña. Sin embargo, a la hora de hablar del disfrute sexual, Silvia Sanz no duda en citar una reciente investigación del centro de Estudios del Envejecimiento de la Universidad de Duke (EEUU) que confirma que el orgasmo femenino mejora con el paso del tiempo. “El sexo a esta edad es más deshinibido.
No tienen tanta frecuencia sexual pero sí mejor calidad y potencian otras zonas erógenas del cuerpo desgenitalizándolas. Son más conscientes de que no se trata solo de alcanzar el orgasmo, sino del placer de desear un nuevo encuentro. Las mujeres dicen sí cuando realmente tienen ganas de tener sexo, no buscan tanto complacer al otro como buscar su propio placer, lo que hace que disfruten más del encuentro sexual”, argumenta Sanz.
De los 50 a los 60 años
La mujer y su cuerpo suelen ya haber asumido los cambios derivados de la menopausia y de nuevo se reencuentran con ellas mismas, según explica Valérie Tasso quien añade además que lo suelen hacer “en condiciones ventajosas”. A la experiencia, seguridad y valentía se une un cuerpo que respodne mejor que lo esperado, con lo que las mayores inquietudes en esta etapa suelen centrarse en la cuestión afectiva. Por un lado, en la gestión de los sentimientos y por el otro, en la renovadad voluntad de adentrarse en neuvos territorios de exploración de su condición sexuada.
Ese mayor disfrute de la sexualidad es algo que también destacan Raquel Graña y Silvia Sanz. Esta última apunta que “la disminución en la frecuencia de las relaciones sexuales no va acorde con el interés por las mismas”. Así, asegura que el hecho de que se pierdan los temores al embarazo, que se disponga de más tiempo (en algunos casos los hijos han dejado el hogar o requieren menos atenciones) y se tenga mayor experiencia y mayor deshibinición hacen que el sexo pueda volver a cobrar un mayor protagonismo en la pareja.
A partir de los 60 años
Es la edad a partir de la cual, según cuenta Valérie Tasso, suele darse en las mujeres aquello verdaderamente sabio de “establacer la paz con ellas mismas”. “Si sienten deseo, lo disfrutan. Si no lo sienten, no les inquieta. No se temen ni activa ni pasivamente. No temen la conformación de su edeseo ni tampoco temen que este no aparezca”, comenta. En cuanto a las pequeñas dificultades que peudan surgir, como pueden ser la sequedad vaginal o la relajación muscular de la plataforma pubococcígea no suelen ser un problema insalvable.
Por su parte, Silvia Sanz, apunta el hecho de que en esta etapa las relaciones suelen ser más afectivas, lo que hace que cobren protagonismo las caricias, los abrazos, los besos y la compañía. En su opinión, si existe una mayor ternura y delicadeza, puede ayudar al placer sexual de ambos sexos.
El coito ya no es tan importante, según comenta Raquel Graña, quien opina que suele darse paso, si la relación funciona, a otras cosas como caricias, besos y abrazos.
En definitiva, aunque tal como apuntan las expertas, cada persona es un mundo, podría decirse que existen algunas pautas comunes de comportamiento sexual, cuyo estudio o análisis podrían ayudar a entendernos mejor y también a comprender cómo vivimos las distintas “edades del sexo”.