Para finales de 1843, se podría decir que existían dos sectores políticos en la parte Este de la isla:
Los conservadores, miembros del antiguo partido “boyerista”, cuyos líderes principales se encontraban en desgracia al perder Jean Pierre Boyer el poder. Tomás Bobadilla y José Joaquín Puello eran de los principales líderes.
Este grupo buscaba primero el protectorado de alguna nación extrajera y luego la anexión.
Los anexionistas que, aunque buscaban la separación de la parte oriental, consideraban que no existían las condiciones para una vida independiente por lo que su objetivo era conseguir la separación a través de la anexión a una potencia europea. Este grupo, a su vez, podía dividirse en tres:
1. Los que deseaban ser parte nuevamente de España; entre sus exponentes estaban los sacerdotes Gaspar Hernández y Pedro Pamiés, en Santo Domingo, y el veterano General Andrés López Villanueva, en Puerto Plata.
2. Otro movimiento anexionista buscaba la protección de Inglaterra y lo encabezaba un propietario de Las Matas de Farfán llamado Pimentel.
3. El tercer grupo, y el más importante de los anexionistas, estaba compuesto por personas que habían ocupado puestos administrativos dentro del gobierno haitiano y que creían poder alcanzar la eliminación del dominio haitiano con ayuda de Francia, por lo cual se les conocía como los ” afrancesados “. Los cabecillas visibles de este movimiento eran Buenaventura Báez, rico propietario de Azua, y Manuel Joaquín Delmonte, importante abogado y comerciante.
Los “afrancesados” habían acordado con el Cónsul general de Francia en Puerto Príncipe (Haití), Levasseur, el desarrollo de un plan que permitiera la separación de la parte Este de la isla y su anexión a Francia (Plan Báez – Levasseur). El Prócer Trinitario José María Serra escribió, en 1887: “Los representantes de la parte del Este habían recibido del Cónsul general de Francia en Puerto Príncipe, las seguridades de que su gobierno apoyaría todo movimiento revolucionario que declarara la voluntad del pueblo de unirse a Francia. La época de esa combinación sería para el 25 de abril de 1844”.
El otro grupo importante eran los “Liberales” que entendían que podíamos ser libres e independientes de toda dominación extrajera.
Los “Trinitarios”, conocidos también como liberales , y que luchaban por conseguir la independencia total de la antigua colonia española. Como su nombre lo indica, sus líderes eran miembros de la Sociedad La Trinitaria y su jefe era Juan Pablo Duarte (por lo que el partido también se le conocía como duartista ).
Continúa Serra: “Esta noticia la transmitió uno de dichos representantes, Manuel María Valencia, a D. José Heredia, en Baní, en los últimos días de noviembre de 1843. Súpela allí en diciembre e inmediatamente vine a la ciudad y comuniqué a Sánchez, Jacinto y Tomás [de la] Concha, en cuya casa estaba aquel ese día, y con ellos reunidos Ramón Mella, Joaquín y Gabino Puello. Convínose allí en la necesidad de anticipar el pronunciamiento y declarar la parte del Este Estado Libre e Independiente “. El día fijado fue el 27 de febrero de 1844, esto es, dos meses antes de la fecha acordada por los “afrancesados”. Y así, ambos grupos, separadamente, empezaron a moverse en el mayor secreto, especialmente los trinitarios, quienes no querían que los “afrancesados” descubrieran que ellos se les adelantarían.
El día 1 de enero de 1844 los “afrancesados” de Azua lanzaron un manifiesto dando cuenta de las razones que los llevaban a buscar la separación de la República y a ampararse bajo la protección de Francia. Quince días más tarde, el 16 de enero, los trinitarios prepararon su propio Manifiesto , fruto de la unión de liberales y conservadores, en el cual invitaban a la rebelión contra los haitianos.
El 13 de enero llegó a Santo Domingo, el Cónsul francés Eustache Juchereau de Saint-Denys, quien estaba en Port-au-Prince por haber sido acreditado como Cónsul en Cabo Haitiano, adonde no había podido trasladarse debido al estado de destrucción en que se encontraba esa ciudad desde el terremoto de 1842, lo que le dio ocasión de participar de modo principal en la concertación del plan proteccionista (Plan Báez-Levasseur) que se había propuesto al Gobierno Francés en relación con la antigua colonia española de la isla, y por lo que se consideró preferible que se asentara, aunque informalmente, en Santo Domingo, para que continuara dichas negociaciones.
A mediados de febrero de 1844 la población dominicana, en especial la de la ciudad de Santo Domingo, se encontraba suficientemente sensibilizada por la propaganda separatista de ambos grupos y se disponía a dar el golpe.
En la noche del 24 de febrero, se reunieron en la residencia de Francisco del Rosario Sánchez, los independentistas Matías Ramón Mella, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello y sus hermanos Gabino y Eusebio, Juan Alejandro Acosta, Ángel Perdomo, Jacinto y Tomás de la Concha, Marcos Rojas, Tomás Sánchez y Manuel Dolores Galván, quienes, luego de escuchar el relato de las impresiones traídas por Gabino Puello, de su viaje para dar a conocer en los pueblos de la región Sur, la Manifestación del 16 de enero, y luego de sopesar los riesgos que podrían tener, para la causa independentista, el conocimiento que demostraban poseer los “afrancesados” sobre los planes y las deliberaciones de los trinitarios (además de mantener una actitud de franca hostilidad, tal como la asumida por Buenaventura Báez en Azua), decidieron por unanimidad de votos fijar la noche del 27 de febrero para dar el grito independentista.
Como consecuencia de esa decisión, se hicieron las designaciones siguientes: el Coronel Francisco del Rosario Sánchez fue nombrado Comandante de Armas; el Coronel José Joaquín Puello, ayudante de Plaza; el Coronel Gabino Puello fue también designado Ayudante de Plaza; el Teniente Coronel Ángel Perdomo fue electo Jefe del Batallón de Artillería; Eusebio Puello, Capitán Ayudante de Plaza; Marcos Rojas, Capitán encargado del Arsenal; y Juan Alejandro Acosta, Comandante del Puerto. También se dispuso que Félix Mercenario, Manuel María Valverde, Manuel Jiménez y Mariano Echavarría figuraran entre los integrantes de la Junta de gobierno que se creara de acuerdo con lo establecido en la Manifestación del 16 de enero.
Al día siguiente, 25 de febrero, fueron despachados los correspondientes emisarios hacia las diversas regiones del país, a fin de dar a conocer estas decisiones, para que quedaran completados los últimos preparativos para la acción; entre estos se encontraba Victoriano Díaz con mensajes dirigidos a los hermanos Pedro y Ramón Santana, en El Prado (El Seybo) y para Juan Rodríguez, en Los Llanos (a fin de que ambos enviaran refuerzos humanos para apoyar la acción que se produciría en Santo Domingo como consecuencia del pronunciamiento de la separación).
Proclamación de la Independencia Nacional(27 de Febrero de 1844)
El 27 de febrero por la noche todo estaba preparado para dar el golpe contra la dominación haitiana, contando los dirigentes de la Revolución con el concurso de los batallones 31 y 32, compuestos por dominicanos y reintegrados a la plaza de Santo Domingo apenas el 30 de agosto, así como con el apoyo de los hermanos Pedro y Ramón Santana, cuyo prestigio en el Este aseguraba el concurso de toda la región oriental.
El plan de los revolucionarios era tomar posesión de todos los fuertes de la vieja muralla que rodeaba la ciudad, tanto como del puerto y de la barca que enlazaba el barrio de Pajarito (actual Villa Duarte) en la parte donde antiguamente se fundó Santo Domingo, y la ribera occidental del río, contando para ello con numerosos oficiales y clases de la guarnición capitaleña que se habían comprometido en la revuelta.
Serra relata: “… se señaló el 27 de febrero a las 11 de la noche para proclamarse el advenimiento de la República Dominicana…” El punto de reunión era la Plaza de la Misericordia, al lado de la puerta que se conoce ahora como Puerta de la Misericordia . Continúa Serra: “Creíamos que el número de los concurrentes sería mayor, pero desgraciadamente éramos muy pocos. Comprometida es la situación , dijo Mella, juguemos el todo por el todo ; y disparó al aire su trabuco.” Este disparo marcó el inicio de la abierta acción separatista.
Acercándose entonces todos los patriotas al Baluarte del Conde, el cual fue entregado a los febreristas por el Oficial Comandante, jefe de destacamento militar del Conde, Teniente Martín Girón, quien había sido conquistado por don Manuel Jimenes, el mismo que en un futuro habría de ser Presidente de la República. Desde ese momento, el Baluarte del Conde quedó convertido en cuartel general y centro principal de la Revolución, al dirigirse desde allí todas las operaciones e instalarse el primer Gobierno de la República, presidido por Sánchez, y con la denominación transitoria de Junta Gubernativa Provisional, de la cual formaban parte además, Ramón Mella, José Joaquín Puello, Remigio del Castillo, Wenceslao de la Concha, Mariano Echavarría y Pedro de Castro y Castro.
Luego que los rebeldes tomaron posesión del Baluarte, José Llaverías abrió el portón con una bayoneta a fin de que por ella penetraran los primeros refuerzos que recibió la República, llegados del cercano pueblo de San Carlos [en la actualidad, un barrio de la ciudad de Santo Domingo] al mando de Eduardo Abreu. El Teniente Ángel Perdomo preparó la artillería del mismo, así como la del fuerte de La Concepción; entre los que lo ayudaron hay que agregar a la tía de Sánchez, la heroica e infortunada María Trinidad Sánchez, quien “en sus propias faldas conducía pólvora para las murallas” y repartía cartuchos en las murallas.
La incursión realizada esa noche por el Coronel Deo Hérard (hijo del Presidente Charles Hérard Ainé ), se replegó al ser recibida por una nutrida descarga disparada por los patriotas.
La República Dominicana fue proclamada, en ausencia de Duarte, la noche del martes 27 de febrero de 1844 en la puerta de El Conde de la ciudad de Santo Domingo por Tomás Bobadilla, Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, Manuel Jimenes, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello, Gabino Puello, Eusebio Puello, Eduardo Abreu, Juan Alejandro Acosta, Remigio del Castillo, Jacinto de la Concha, Tomás de la Concha, Cayetano Rodríguez, Félix María del Monte y otros patriotas. En el Seybo, el mismo 27 en la madrugada, Pedro Santana, ya se había adelantado proclamando la Separación de Haití, siendo aclamado General del Ejército.
El día 28 de febrero, al amanecer, grupos de dominicanos tenían cercada La Fuerza (actualmente, Fortaleza Ozama) y todos los puestos de guardia haitianos, y turbas amenazadoras se arremolinaban en torno a las residencias de las personalidades haitianas de mayor significación; además, ya patrullas dominicanas recorrían todas las calles de la ciudad, Evidentemente amedrentado por la actitud agresiva de los dominicanos, el comandante General Henri Etienne Desgrotte suscribió dos cartas: una dirigida al Cónsul Saint-Denys, manifestándole el grave peligro que corrían los miembros de la colonia haitiana, dejando constancia de su disposición para iniciar negociaciones con los insurrectos; y la otra, dirigida a los revolucionarios de la Puerta del Conde, invitándolos a darle a conocer sus propósitos y sus aspiraciones. Esta gestión del General Desgrotte fue conocida por la Junta Gubernativa Provisional que se había constituido, de facto, desde la noche anterior.
La Junta Provisional respondió por escrito diciendo que:
“la privación de nuestros derechos, las vejaciones y la mala administración del gobierno haitiano, nos ha puesto en la firme e indestructible resolución de ser libres e independientes, a costa de nuestras vidas y nuestros intereses, sin que ninguna amenaza sea capaz de retractar nuestra voluntad”.
Mientras se escribía esta declaración, el tambor redoblaba incesantemente en el Baluarte, tocado por el soldado Nicolás de Bari en señal de libertad.
Los haitianos se consideraron sin fuerzas para combatir un alzamiento de tal magnitud, y para protegerse apelaron a los buenos oficios del Cónsul de Francia, Saint-Denys. Las negociaciones por intermedio del Cónsul francés avanzaron en el curso del día 28 y al llegar la noche, Desgrotte y sus oficiales y soldados habían capitulado mediante un documento de diez puntos que firmaron: la comisión designada por la Junta para negociar, la Junta misma, los comisionados de Desgrotte el propio Desgrotte y finalmente el Cónsul de Francia. La capitulación por parte de los haitianos garantizaba la entrega pacífica del Poder a los dominicanos y facilitaba la salida de los funcionarios depuestos y sus respectivas familias dentro de un plazo razonable y en condiciones honorables.
Aquel mismo día se confeccionaba la primera bandera dominicana, creada con elementos de la misma haitiana, colocándole a ésta una cruz blanca que partía en cuarteles las dos franjas horizontales -azul y rojo- del pabellón occidental. Posteriormente los cuadros azules y rojos de la bandera dominicana fueron alternados. La tradición popular le atribuye la confección de la primera bandera a Concepción Bona, vecina del célebre Baluarte.
El primer himno dominicano fue obra del escritor Félix María del Monte, teniente de la Guardia Nacional, quien lo improvisó mientras prestaba servicios en la Fortaleza Ozama el primero de marzo de 1844.
Con la entrega de la fortaleza, el arsenal y las oficinas de Hacienda, la Revolución se adueñó totalmente del poder el día 29 de febrero por la mañana y la Junta provisional dejó solemnemente constituida la República Dominicana nombrando, al mismo tiempo, varios delegados para que visitaran los demás pueblos de la parte del Este para comunicar las noticias de la Separación y tratar de que esos pueblos proclamaran a su vez su separación de Haití.